Thursday, May 28, 2015

¡Preguntas que se vuelven Incómodas y Respuestas que te Condenan!

¿Qué hacer cuando te preguntan?: ¿eres casada?, seguida de… ¿y tienes hijos?... Esa no es la parte incómoda, lo incómodo viene después que respondes: “no, no estoy casada”, “no, no tengo hijos” y te ponen una cara como si les acabaras de decir que tienes una enfermedad terminal o sumamente contagiosa. No sabría decir si sienten una especie de lástima o simplemente es una manera de “etiquetarte o segregarte” del resto del mundo que si tiene hijos o si está casado.

Luego viene la pregunta complementaria ¿pero cuántos años tienes?, como para ellos determinar “si ya te dejó el autobús”. Y yo me pregunto: ¿Dónde dice que todos tenemos que montarnos en el mismo autobús y a la misma hora? ¿Dónde dice que de hecho tenemos que montarnos en el bendito autobús? Lo peor viene si te atreves a decirles: “yo no me quiero casar” o “yo no quiero tener hijos”, ahí sí es verdad que te conviertes automáticamente en una especie de anticristo para ellos.

Otra pregunta que se torna incómoda es ¿tienes mascota?, y líbrate de todo mal si la respuesta es “no, no tengo mascotas porque no me gustan”. Eso para muchos es un pecado capital…

Después de haber respondido negativamente a una o todas estas preguntas comienzan los comentarios fuera de lugar como:

  • Nada como la seguridad de tener un hombre a tu lado
  • Una mujer no está completa hasta que es madre.
  • Si no tienes hijos te vas a quedar sola.
  • Si no tienes un perro no sabes lo que es amor verdadero.
  • Y muchos comentarios más que prefiero no mencionar.
Me parece normal que la gente pregunte por tu estado civil, si tienes hijos, mascotas, etc., así como es normal preguntar por tu profesión, deporte favorito, música preferida, o la comida que más amas. Todo eso forma parte de una conversación o interacción y todos buscamos situaciones o cosas que nos permitan conocer a las personas y encontrar aspectos que nos vinculen.

Lo que también debería ser normal es aceptar la respuesta que te den, sea cual sea. Parece que estos temas son más delicados que la religión o la política y hay personas con poca tolerancia a las opiniones o decisiones diferentes; por lo que terminan en momentos incómodos y hasta discusiones eternas. 

Es entonces cuando provoca responder con otra pregunta ¿Y tú eres de verdad feliz por el hecho de tener esposo, hijos o mascotas? Dudo que estas personas que te juzgan respondan de inmediato...

Puntualicé algunos hechos que vale la pena reflexionar:
  • Hay madres que llegaron a serlo “por accidente”, planificadamente, "a propósito", hay víctimas de abusos, y otras que criaron hijos ajenos por diversas razones. 
  • Existen padres maravillosos (como los míos y muchos buenos amigos y conocidos), pero también hay padres que no quieren a sus hijos, los maltratan, los abandonan, abusan de ellos, etc.
  • Presenciamos matrimonios hermosos como matrimonios que llevan años siendo infelices, llenos de infidelidad, agresión e irrespeto y también matrimonios de pura apariencia o conveniencia.
  • Están los que tienen mascotas muy lindas, que las cuidan como merecen; en contraposición están los que las tienen en espacios inadecuados, las dejan solas por largas horas y luego les pegan porque hicieron desastres en la casa, a los que no les importa que hagan sus necesidades en espacios comunes a otro vecino y mucho menos si muerde o ataca a otra persona, sin olvidar que se acuerdan de bañarlos cuando ya el olor no los deja vivir.
  • Cualquiera que sea la razón, fue una decisión personal traer a esos niños al mundo o aceptarlos en sus vidas, así como contraer matrimonio y comprar o adoptar una mascota (otro tema que genera controversia). 
"De ninguna manera estas decisiones garantizan que serán buenos padres y mucho menos implica que sean buenos seres humanos".

Nunca niego mi edad, tengo 40 años, soy divorciada, no tengo hijos y no tengo mascotas porque soy alérgica y además no me gustan (no las odio, simplemente no me gustan). Pero puedo decir con toda honestidad que ¡soy una persona feliz!. 

Me encantan los niños, me llevo de maravilla con ellos, y estoy felizmente rodeada de niños y adolescentes casi todo el día. Tengo muchos ahijados, sobrinos y hasta “hijos de corazón” pero no tengo ninguno propio. No considero que deba dar explicaciones del ¿por qué?, pero si bien es algo que me encantaría, no quiero hacerlo de manera impuesta o simplemente “para encajar en la sociedad”. Ser madre será una parte importante de mi vida, más no lo único importante en mi vida. Y si por alguna razón no consigo tener un bebé propio, es algo con lo que solo yo tendré que lidiar.

Vengo de una familia de cuatro: mamá, papá, mi hermana y yo. Para mí el cuarteto perfecto, aunque admito que muchas veces quise tener un hermano para que me hiciera la vida más fácil jejejeje (que se ocupe del carro, diligencias engorrosas, reparaciones y hasta darle unos buenos trancazos a quien se meta conmigo jajaja). Las únicas mascotas que tuvimos fueron pececitos de todos los colores y una mini tortuguita. Crecí rodeada de mucho amor, apoyo, pero sobre todo muchas sonrisas. Creo que el sonreír a rienda suelta es una característica de mi familia, siempre estamos echando broma y de cualquier situación sacamos un chiste, incluso disfrutamos chalequeándonos unos a otros. Todo esto siempre dentro de un ambiente de respeto mutuo y confianza.

Siempre me he sentido respetada por mi familia y dueña de absolutamente todas las decisiones que he tomado, y cada vez que me equivoco sigo siendo respetada y apoyada por ellos. Por esa razón no soy de las personas que pueda tolerar que “la juzguen” por las decisiones de vida que toma.


Fotografía: Corbis.com

Más allá de simplemente expresar mi opinión, quiero expresar mi molestia por aquellas personas que hacen sentir excluidas a otras por el simple hecho de no querer o poder casarse, tener un hijo, convivir con una mascota o realizar un proyecto de vida “obligatorio” para ser parte de un grupo. No estoy de acuerdo con que la gente juzgue las decisiones de vida de los demás sin siquiera conocer a la persona. Para mi es una cuestión de respeto y tolerancia a las diferencias. Cada quien tiene derecho a decidir cuándo y cómo realiza sus proyectos de vida o toma de decisiones.

Nadie tiene el derecho de hacer sentir mal a los demás por tener una situación de vida diferente. Todo en la vida cambia de un momento a otro, y muchas veces de manera radical, nadie tiene la felicidad garantizada por el simple hecho de haberse casado y tener cinco hijos y dos perros. 


Lo más importante es vivir la vida y dejar vivir a los demás, valorarse y ser feliz con lo mucho o poco que se tenga. 

Pero sobretodo dar y exigir RESPETO, esa es la clave de todo.





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